La exposición está compuesta por obras de muy diferentes tamaños, combinadas entre grandes lienzos y tablas, con otras de pequeño tamaño. Los colores vivos, cielos cenitales y atmósferas cálidas nos transportan momentáneamente a estos pequeños rincones que podemos llegar a confundir y que nos son tan cercanos, ya sean la propia Granada o en una calle de Tetuán.
¿Pueden estos espacios olvidados refrescar nuestra memoria o tal vez deberíamos tan solo arrancarles su valor estético? ¿Dónde se puede hablar mejor de espacios olvidados que en un museo o en un archivo, ellos que son verdaderos templos de la memoria? La obra de Jesús Conde hoy nos hace preguntas, nos genera interrogantes, nos hace plantearnos e imaginar el pasado vivido entre muros convertidos en refugios, que un día tuvieron que ser abandonados a su suerte al tiempo que se rasgaban corazones apasionados que en ellos habían vivido.
Jesús Conde de Ayala